El primer mundo «Tokpela», la era dorada.
E
n un contexto temporal algo ambiguo pero que data de al menos varios cientos de miles de años, en este Primer Mundo denominado «Tokpela», o Espacio Infinito, los primeros seres humanos estaban en profunda conexión con la Tierra, con los animales y entre ellos mismos, tanto así que los primeros pobladores de este Primer Mundo podían comunicarse telepáticamente e incluso con los animales, no era necesaria la palabra y el lenguaje para la comunicación, además estaban espiritualmente muy enlazados a su creador Taiowa, era considerada una Era Dorada de la Humanidad, tanto así que el color simbólico de este tiempo era el amarillo (sikyangpu) y su mineral el oro (sikyásvu), una Era en la que no existía el materialismo ni la necesidad de trabajar duro para alimentarse ya que todo lo que necesitaba el ser humano para alimentarse o cobijarse lo brindaba la tierra con creces, además de que el concepto de enfermedad era inexistente. Este concepto de Edad de Oro y una primera humanidad de gran pureza, bondad y espiritualidad coincide con los relatos del poeta griego Hesíodo de los mitos griegos, refiriéndose a una etapa inicial o estado más primigenio del ser humano en la que habría vivido en un estado utópico e ideal, en una Era en la que la humanidad no solo era pura, sino inmortal, este mito aparece también en el diálogo «Político» de Platón:
"…No había en absoluto constitución, ni posesión de mujeres ni de niños, porque desde el seno de la tierra es de donde todos remontan a la vida, sin guardar ningún recuerdo de sus existencias anteriores. En lugar de esto, poseían en profusión los frutos de los árboles y de toda una vegetación generosa, y los recogían sin necesidad de cultivarlos en una tierra que se los ofrecía por sí misma. Vivían frecuentemente al aire libre, sin cama ni vestidos, ya que las estaciones eran de un clima tan agradable que no les ocasionaban molestias, y sus lechos eran nobles entre la hierba que crecía en abundancia."
Ya en esta Era Dorada era muy importante una deidad conocida como Káto’ya, o ‘Serpiente de la Cabeza Grande’, una figura y símbolo que está presente en innumerables culturas antiguas así como en la Biblia, siendo la serpiente la primera en ser nombrada en el Génesis y la última en el Apocalipsis, de hecho los Hopi poseen una ceremonia sagrada conocida como la Danza de la Serpiente, que implica una plegaria hacia los dioses y los espíritus de la Naturaleza para que les provean de lluvias para sus cultivos, en otras palabras se trata de una danza de la lluvia y como curiosidad matizar que cada participante en la danza lleva una serpiente viva entre sus dientes.
Foto: Petroglifo Hopi
La perfección es una utopía, y en el caso de este Primer Mundo por muy idílico y colmado de bondad que pudiera parecer la corrupción y las malas intenciones poco a poco hicieron mella en aquellos pobladores de la Tierra primigenia, la caída del Hombre de esta primera Humanidad descrita en otras narraciones de obras literarias escritas a lo largo y ancho del mundo se hizo obvia también para los Hopi, pues hubo un punto de inflexión importante simbolizado por la llegada de una entidad conocida como Lavaíhoya, o ‘El Hablador’, que llegó al mundo con la forma física de un pájaro llamado Mochni entre sus gentes, éstos escucharon sus palabras y cuanto más hablaba esta entidad más se convencía la Humanidad de sus diferencias entre los seres humanos y hacia los animales, las pequeñas diferencias como el color de piel, la lengua y las creencias sobre el plan de Taiowa se hacían cada vez más abismales y con el surgimiento de los egos y los recelos mutuos se generó el conflicto, las guerras y la crueldad entre seres humanos; la armonía colectiva llegó en última instancia a perderse inexorablemente, así que tanto Taiowa como Sótuknang se pusieron de acuerdo y decidieron destruir el mundo y crear otro para volver a empezar, un reseteo planetario en toda regla.
Sin embargo tanto Taiowa como Sótuknang decidieron salvar a aquellos seres humanos de más profusa espiritualidad y mayor conexión con la Tierra así como con su Creador, irían a un lugar específico guiados por su «kópavi», o centro vibracional situado en el punto más alto de la cabeza, en este punto es interesante recalcar la creencia Hopi de que el cuerpo humano alberga varios centros de fuerza o psicofísicos, de una manera sorprendentemente parecida a los chakras descritos en los antiquísimos cuatro libros sagrados de la literatura India: los Vedas, solo que en los Vedas se describen siete centros energéticos y en las creencias Hopi cinco; según las leyendas estos hombres elegidos, por medio de su «kópavi» y elevada intuición interior adquirirían la visión necesaria para percibir una nube de día y una estrella de noche que les llevarían al lugar designado para su salvación, esto recuerda indudablemente al mito hebreo del Éxodo con Moisés guiando a un grupo de elegidos por el desierto con la ayuda de Dios y usando como guía un extraño fenómeno descrito también como una columna de nube y fuego:
Foto: Los israelitas guiados por la columna de nube y de fuego
Éxodo 13:21-22
"21. Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche."
"22. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego."
Esta similitud de un mismo acontecimiento entre dos culturas tan diferentes como la hebrea y la Hopi resulta más que llamativo y nos hace reflexionar acerca de la posibilidad de que inteligencias avanzadas de otro mundo pudieran haber influido en la mitología de culturas tan distantes y con figuras simbólicas tan extendidas incluso en los pueblos situados en las zonas más aisladas y recónditas del planeta como es la serpiente, incluso existen coincidencias numerológicas como los siete universos creados por Taiowa para la vida con los siete días que el Dios Yahvé necesitó para crear el mundo.
Muchos de aquellos humanos de este Primer Mundo —gentes de distintas razas e idiomas— que perdieron la capacidad de la visión interior y de su «kópavi» preguntaron a estos grupos de elegidos a dónde se dirigían, respondiendo que por instrucción de Sótuknang fueron designados para dejar atrás el Mundo actual para repoblar el próximo mundo, ya que el primero iba a sufrir un cataclismo que era casi inminente, muchos manifestaron su incredulidad e incluso les tildaron de locos ya que ellos no tenían la capacidad de ver estas señales guía en forma de nube y estrella, pero hubo algunos —una minoría— que siguieron a ciegas a estos elegidos en su larga travesía, tal vez por temor, tal vez por fé ciega o una mezcla de ambas. Tras muchos días de viaje llegaron a su destino y una vez allí apareció Sótuknang, que les señaló el lugar exacto a donde debían adentrarse, éste era un gigantesco montículo que daba acceso a un mundo subterráneo poblado por unos extraños seres que en la mitología Hopi se describen como ‘Los Hombres Hormiga’; según la leyenda Hopi estos ‘Hombres Hormiga’ vivían en paz unos con otros, en una aparente armonía y compenetración mutua, eran seres laboriosos y profundamente acoplados al plan de la creación de Taiowa, o en otras palabras manifestaban una suma obediencia a Dios. Estos enigmáticos seres que se comportaban altamente coordinados y con gran capacidad de trabajo en grupo precisamente como una mente colmena, fueron ampliamente representados en petroglifos y pictografías a lo largo del suroeste de Norteamérica, se tratan de entidades de extremidades muy largas, cuerpos finos y enjutos, así como cabezas con forma de almendra y ojos grandes y oscuros como los de un insecto, tras esta definición es comprensible que a todos nos venga a la mente el alien más popular de la ufología y los encuentros del tercer tipo: Los Grises, unos seres que aunque en el mundo moderno no poseen muy buena fama debido a que se considera el arquetipo de alien abductor, los Hopi los alaban por la ayuda que les brindaron e incluso cada mes de febrero celebran el «Powanu», un ritual para conmemorar el momento en que los ‘Hombres Hormiga’ les enseñaron a germinar semillas en el mundo subterráneo, aunque de estos ‘Hombres Hormiga’ se matizará y se hablará con más profundidad más adelante.
Volviendo a la Edad Dorada y el origen de la caída del hombre, con posterioridad a la aparición de la entidad Lavaíhoya, o ‘El Hablador’, que fue el causante principal del declive, la discordia y la división, hizo su aparición Káto’ya, la ‘Serpiente de Cabeza Grande’ previamente mencionada y presentada en los mitos Hopi como una entidad taimada y seductora, una entidad que podría simbolizar a la figura de Lucifer o Satán, el mismo que en forma de serpiente sedujo a Adán y a Eva en el Jardín del Edén, una entidad universal presente en los mitos griegos conocido como Prometeo y Poseidón, en los mitos mesopotámicos como Enki y entre los mitos egipcios como Osiris, como curiosidad adicional mencionar que tanto Lavaíhoya o el ‘Pájaro Hablador’ y la ‘Serpiente de Cabeza Grande’ llamada Káto’ya llegaron al mundo en forma de naves volantes, y aunque ambas entidades incurrieron al final de la Edad Dorada o Primer Mundo y a las divisiones entre humanos se podría decir que no hay mal que por bien no venga ya que realmente fueron los que entregaron la ciencia y el conocimiento a los primeros seres humanos, sacándolos de su estado primitivo, de su ignorancia y de su mente animal, sobretodo la serpiente Káto’ya.
Foto: Pintura Hopi representando a los 'Hombres Hormiga'
Una vez refugiados los elegidos y todos aquellos que les siguieron detrás a pesar de no haber sido designados para su salvación, Taiowa y Sótuknang activaron lo volcanes del planeta Tierra y toda la vida fue destruida por medio del fuego y los gases que recubrieron toda la atmósfera terrestre, independientemente de que se trate de un mito se sabe que desde hace millones de años se han producido erupciones volcánicas que han puesto en peligro seriamente la vida terrestre, como la supererupción ocurrida hace 640.000 años en el volcán de Yellowstone o la del volcán del Monte Toba hace 74.000 años, considerada la más letal en dos millones de años y situado en lo que hoy en día es Indonesia, se sabe que enormes cantidades de aerosoles fueron inyectados en la atmósfera reduciendo la luz solar entre un 25 y un 90%, con consecuencias devastadoras para las plantas que perecieron al no poder recibir luz solar, así como severas sequías e incendios forestales.
El inicio del Segundo Mundo, «Tokpa»
Foto: Petroglifo Hopi
‘Tokpela’, el Primer Mundo, fue destruido, según los datos contenidos en relatos es difícil determinar con precisión la cantidad de años en que los humanos y los ‘Hombres Hormiga’ convivieron en el mundo intraterreno, pudieron ser menos de diez o pudo llegar a ser más de un siglo en el caso más extremo, pero independientemente de eso los supervivientes ocultos en el mundo subterráneo esperaron religiosamente a que los gases se disiparan y a que con la intervención de Sótuknang el planeta se regenerase lo suficiente como para ser mínimamente habitable, la comida en los últimos años de permanecer en el mundo intraterreno comenzó a escasear seriamente, hasta el punto en que los ‘Hombres Hormiga’ llegaron a privarse ellos mismos de su propia comida para brindársela a sus huéspedes humanos, tal era su afán de sacrificio y de garantizar la supervivencia de los humanos elegidos, de hecho se cuenta entre los Hopi como anécdota simpática que estos seres hormiga poseen una cintura tan delgada porque durante eones de tiempo se privaron de alimento para proveer a los humanos; la cuestión es que en todos esos años estuvieron conviviendo en armonía con los ‘Hombres Hormiga’ que les aportaron conocimiento y les enseñaron nuevas técnicas, hasta que llegó el día en que esta nueva Humanidad más evolucionada volvió a ver la luz del Sol y comenzó a multiplicarse viviendo bajo las leyes del Creador tal como era el designio de Sotuknang, que creó un mundo muy diferente al primero, en muchos casos poniendo continentes y tierra allá donde había agua y agua allá donde había tierra, era el inicio del Segundo Mundo, conocido como «Tokpa» (Oscura Medianoche), su color era el azul y su mineral la plata (qochásiva), esta Humanidad poseía muchísimos más conocimientos técnicos que la anterior y era mucho más avanzada tecnológicamente en comparación —gracias en buena parte a los ‘Hombres Hormiga’— y eso les permitió no solo dominar y moldear mejor la naturaleza para su beneficio sino extenderse a todos los confines del planeta con gran rapidez, algo que regocijaba a Sótuknang ya que era el plan del Creador que los humanos se extendiesen y multiplicasen cuanto más mejor y que viviesen felices, pero siempre siendo fieles a sus leyes divinas y rindiéndole culto.
En este Segundo Mundo predominó el dominio de las técnicas de cultivo y de labrar la tierra, aprendieron a almacenar alimentos y conservarlos para que durasen mucho tiempo, como a lo largo de los eones de tiempo se fundaron innumerables pueblos por todos los continentes se creó también el comercio y el trueque entre ellos, sin embargo la avaricia encontró su lugar en el corazón de los hombres y se dio la circunstancia de que cuantos más bienes poseían más anhelaban, nuevamente comenzaron las desavenencias aquí y allá, las disputas territoriales, las ambiciones personales y en última instancia los conflictos bélicos, al mismo tiempo que se iban olvidando de adorar a su Creador la discordia y la crueldad mutua entre los seres humanos volvió con mas virulencia que la Humanidad anterior si cabe y nuevamente se repitió la misma historia con Sotuknang planteándose generar una nueva Humanidad, tras lo cual accedió repitiendo el mismo proceso de designar a unos elegidos para ser los pobladores de un nuevo mundo posterior, que fueron igualmente refugiados en el mundo intraterreno de la mano de los ‘Hombres Hormiga’.
Foto: Hombre nativo americano
Sin embargo el proceso de reseteo planetario de este Segundo Mundo conocido como «Tokpá» y planeado por Sótuknang fue bien distinto al del Primer Mundo, pues en este caso solicitó a dos gemelos (Poqánqhoya y Palongauhoka) que se encontraban en los Polos Norte y Sur que abandonaran sus puestos, lo que sucedió después es que la Tierra perdió el equilibrio que permitía su rotación, giró sin control y dio dos vueltas completas, lo que hizo que los océanos se desbordasen y se tragasen la tierra y los continentes, el planeta se enfrió y las aguas se tornaron en hielo sólido, dando lugar a una era glacial, nuevamente este mito se podría extrapolar a la realidad ya que la Tierra ha sufrido grandes glaciaciones desde su formación que trastornaron drásticamente la vida, como la glaciación Würm que comenzó en nuestro planeta hace 110.000 años y finalizó alrededor del 10.000 A.C, siendo la última glaciación que ha experimentado el planeta Tierra y dando paso al Holoceno o periodo posglacial, ¿se refirieron los Hopi en sus mitos a este periodo?
Como se puede comprobar se repite una y otra vez el proceso de refugiarse en cuevas subterráneas porque llega el Fin de los Tiempos, un concepto presente en muchas culturas antiguas como la egipcia o la maya, en la mitología hinduista por ejemplo se cree que al final de la era de Kali —una era que comenzó en el 3102 a.c y acabará en 427.000 años— el dios Visnú se encarnará por décima vez en un nuevo avatar conocido como Kalki, que matará a casi todos los seres humanos y dará lugar a una nueva Edad de Oro, algo que recuerda al procedimiento de Sótuknang de elegir a un grupo de elegidos para salvarse dejando a la mayor parte de la Humanidad a su suerte y cuyo destino final es la muerte en un contexto de destrucción planetaria total, y volviendo al contexto del cristianismo y sus textos sagrados tenemos una referencia clara no solo al fin del mundo sino a cuevas en la que los humanos hallan refugio de esta hecatombe, concretamente podemos encontrar estas referencias en el capítulo 6 del Apocalipsis de San Juan, libro que describe siete sellos que serán abiertos antes del regreso de Jesucristo a la Tierra (nuevamente se hace referencia al número siete), en este capítulo Cristo abre en el cielo los seis sellos y Juan atisba los acontecimientos en cada uno, en el quinto sello Juan ve a los mártires cristianos y en el sexto sello ve las señales de los tiempos y catástrofes naturales:
Foto: Tee Pee - Gran Cañón
«9 Y cuando él abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían.
10 Y clamaban en alta voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, oh Señor, santo y verdadero, tardarás en juzgar y avengar nuestra sangre de los que moran en la tierra?
11 Y se le dio a cada uno vestiduras blancas; y se les dijo que reposasen un poco más de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que también habían de ser muertos como ellos.
12 Y miré cuando él abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos verdes cuando es sacudida por un viento fuerte.
14 Y el cielo se retiró como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla fueron removidos de sus lugares.
15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo esclavo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado en el trono y de la ira del Cordero,
17 porque el gran día de su ira ha llegado, ¿y quién podrá permanecer de pie?»
Foto: Petroglifo conocido como "Los Tres Reyes"
Por otra parte referencias a las edades de Oro, Plata y Bronce simbolizadas en los mitos Hopi como el Primer, Segundo y Tercer Mundo respectivamente existen en escritos del poeta griego Hesíodo, que habló de cinco Edades del Hombre. en la mitología griega la primera Humanidad vivió durante más de cien años como niños, tal como vivían los primeros humanos descritos en el mito Hopi, como personas inocentes, ignorantes y sin maldad, pero estos niños envejecieron repentinamente y murieron, proceso provocado por Zeus debido a la falta de fe hacia los dioses por parte de estos infantes, de nuevo encontramos la similitud con un Dios intransigente hacia la infidelidad de su propia creación para con sus leyes.
Tras el exilio de Crono Zeus gobernó el mundo y los Dioses del Olimpo crearon una segunda generación de humanos conocidos como hombres «de plata», por ser una raza menos noble que la anterior de oro, en esta era debido a que Zeus eliminó la primavera perpetua y la redujo a una sola estación de entre las cuatro conocidas los hombres cambiaron su estilo de vida y debieron aprender a abrigarse, construir casas, trabajar y sembrar la tierra para poder cosecharla según la estación correspondiente, pero a pesar de todo y como sucedió en el Segundo Mundo de los Hopi los hombres empezaron a guerrear unos con otros y se olvidaron de honrar y presentar sus respetos y ofrenda a los dioses inmortales, algo que enfadó profundamente a Zeus y los castigó aniquilándolos y borrándolos de la existencia.
Leave a Comment