En el mundo en el que vivimos en el que la economía es la rueda que lo hace girar, es evidente que los grandes poderes se disputan tras bambalinas la dirección de esa rueda hacia su favor,
y es que las pistas en los últimos tiempos parecen apuntar a una guerra económica abierta entre EE.UU y China, la cual ha sido más evidente tras la subida a la presidencia de Donald Trump y no son pocas las fichas que se han movido en los últimos tiempos dejando entrever la feroz competencia entre ambas naciones, y es que nada parece ser casual pues a medida que se tira del hilo con el objetivo de hallar la causa originaria y real del COVID-19 es inevitable hallar señales que no pasan desapercibidas y que apuntan sin duda alguna a un conflicto de intereses entre ambas naciones, y como la historia ya ha demostrado en numerosas ocasiones cuando el fin se trata del liderazgo mundial económico cualquier medio es válido para alcanzar dicho fin, por muy poco ético que resulte.
S
in irnos muy lejos, en el año 2018 se dieron lugar una serie de acontecimientos que marcaron un punto de inflexión y que en cierto modo abrieron una caja de Pandora, ya que en Marzo de ese mismo año Donald Trump anunció aprobar aranceles a productos de China por 50.000 millones de dolares, el contexto de Donald Trump fue alegar un grave historial de prácticas comerciales desleales y robos de propiedad intelectual por parte de China, para ser más exactos fue el 22 de marzo de 2018 cuando Donald Trump firmó un memorando bajo el artículo 301 de la Ley de Comercio de 1974.
Fuente: El Mundo - 30 junio 2018
Trump aprueba los aranceles a China por 50.000 millones de dólares y Pekín responde
el inicio de la guerra comercial entre China y Estados Unidos podría estar servido este mismo fin de semana.
La respuesta por parte del gigante asiático no tardó en hacerse notar tras prometer represalias, ya que poco después la República Popular China dio el paso de imponer aranceles a más de 128 productos estadounidenses, y justo después EEUU movió ficha de nuevo el 5 de abril del 2008, cuando Trump ordenó al Representante Comercial de Estados Unidos la consideración de aplicar aranceles adicionales por valor de 100.000 millones de dólares. El ministro de Comercio de China acusó a Trump de iniciar una guerra comercial y dijo que su país respondería con más aranceles, y tres días después la Casa Blanca anunció que EEUU aplicaría nuevos aranceles del 10% a otros 200.000 millones de importaciones chinas si el gigante asiático decidía aplicar a su vez más aranceles, la situación escaló rápidamente hacia una tensión incómoda y una sensación de incertidumbre, que de hecho se hicieron notar en forma de vaivenes y volatilidad en los mercados bursátiles.
Podría decirse sin duda alguna que en ese año comenzó una guerra comercial entre ambos países, una guerra que le ha provocado al gigante asiático una desaceleración económica importante y que en última instancia afecta a la economía global; el crecimiento del gigante asiático ha estado cayendo en los dos últimos años, el PIB de China creció tan solo un 6,1% en 2019, un 0,5% menos respecto al año anterior siendo su peor dato en 29 años.
Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Qué relación posee con el COVID-19 esta sucesión de aplicaciones mutuas de aranceles, acusaciones y consecuencias adversas en los mercados bursátiles y en el terreno geopolítico a corto y largo plazo? Cabe pensar que China encubriese la información de que su país estaba sufriendo una crisis vírica con un hermetismo que recuerda a los tiempos de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia, tras la correspondiente investigación según los medios oficiales China identificó al paciente número uno del coronavirus, que se remonta al 17 de noviembre de 2019, día en el que se declaró que oficialmente surgió el brote, dos meses después, el 22 de enero de 2020, se decretó la cuarentena en la ciudad de Wuhan y su correspondiente cierre, antes de ese día las noticias acerca del COVID-19 se limitaba a tímidos rumores que no transcendieron mucho en la opinión pública occidental. ¿Por qué se ocultó tanta información acerca de la situación durante el nada desdeñable periodo de dos meses? Sencillamente todo parece apuntar a que dicho secretismo responde a que China sabía que una declaración oficial de alerta por coronavirus se propagaría con una virulencia aún más agresiva e impetuosa que el mismo virus si cabe y ello afectaria irremediablemente su propia economía y los mercados, así como a la caída en picado del barril de crudo a nivel internacional, que dicho sea de paso se quiso compensar dicho desplome mediante una rebaja de 1,5 millones de barriles al día, medida que en una reunión en Viena del grupo OPEP (Organización de Países Exportadors de Petróleo) Rusia —segundo productor mundial de crudo— se negó rotundamente a acatar con posteriores consecuencias negativas a corto y largo plazo para países productores como Estados Unidos, pero independientemente de ello Trump ya habría logrado aislar económicamente a China y cerrar sus fronteras, China recuperó tímidamente algo de su actividad económica y capacidad funcional en Marzo de este año pero aún estaría muy lejos de volver a la normalidad, en el mes de Mayo el ministro chino de Asuntos Extranjeros, Wang Yi, declaró que China y Estados Unidos están al borde de una nueva Guerra Fría.
Eso por supuesto si no lo están ya a día de hoy, ya que si la situación no era ya lo suficientemente tensa, el 29 de Mayo de este año Donald Trump decidió desvincularse definitivamente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) rompiendo su relación con ésta y acusandola de haber sido cómplice junto con China de haber ocultado la situación alarmante en China durante las primeras semanas de la pandemia en el gigante asiático, pues según Donald Trump la OMS jugó un papel de dudosa ética al encubrir al virus de Wuhan y permitir que la enfermedad se extendiera a todo el mundo, provocando el fallecimiento de más de un millón de personas en todo el planeta, y por tanto culpando directamente a China como el causante de la pandemia global tanto por su hermetismo como por haber persuadido a la OMS a minimizar la liberación de datos relacionados con el virus y haberla utilizado como una suerte de títere, en palabras del presidente: «China tiene control total sobre la Organización Mundial de la Salud a pesar de pagar solo 40 millones de dólares por año, en comparación con lo que Estados Unidos ha estado pagando, que es de aproximadamente 450 millones al año. Hemos detallado las reformas que debe hacer y nos hemos comprometido directamente con ellos, pero ellos se han negado a actuar»; sumado a esto el presidente norteamericano anunció que eliminará las excepciones que dan a Hong Kong un trato diferente y especial respecto al de China, incluidos los beneficios arancelarios, debido a la aprobación de la polémica Ley de Seguridad Nacional para Hong Kong, que fue aprobada el pasado 28 de mayo por mayoría, lo que implica acabar con prácticamente toda la independencia que el territorio ha poseído durante mucho tiempo, esta aprobación ha provocado fuertes reacciones de protesta por parte de los ciudadanos de Hong Kong que han sido duramente reprimidas por el gobierno chino.
Fuente: El Mundo - 30 mayo 2020
La decisión de EEUU ha sido acogida con estupor por parte de la comunidad internacional. Berlín advierte de que esta medida asesta "un revés a la salud mundial".
Otro factor a destacar y que pone de manifiesto ese hermetismo chino fue la historia del doctor Li Wenliang, el médico con especialidad oculista que fue uno de los primeros en advertir al mundo sobre el peligro que reportaba este nuevo virus a finales de diciembre de 2019, concretamente el día 30 de diciembre cuando alertó de la aparición de una nueva enfermedad respiratoria parecida al SARS a otros siete médicos en un foro de WeChat, la app china equivalente a Whatsapp, cuatro días después de esto la policía se puso en contacto con él, pero no para solicitarle más información acerca de este nuevo mal parecido al SARS, sino para reprenderle por difundir «falsas informaciones que habían dañado seriamente el orden social», el doctor fue además obligado a escribir una carta de arrepentimiento firmada por él; poco después de esta visita policial el doctor Li se infectó del COVID-19 operando a una mujer de un glaucoma, los primeros síntomas se manifestaron el 10 de enero cuando empezó a toser, seguido de alta fiebre para posteriormente ser hospitalizado, irónicamente murió por el propio coronavirus del que él mismo alertó, pero más irónico es que después de que la OMS declarara el estado de alarma nacional el gobierno chino emitiera un perdón oficial a la familia del doctor Li, que para entonces ya se había convertido en un símbolo a nivel internacional.
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